Refugio antiaéreo de Flix 'Defendeos de los ataques aéreos' Bookmark and Share
Fuentes consultadas
- Hemeroteca Diari de Tarragona
- Información propia diarideguerra.com

La noche del 23 de febrero de 1937 la aviación franquista lanzó más de 125 bombas sobre Flix, un municipio de la Ribera d'Ebre situado junto al Ebro. Desde el inicio de la guerra civil, el complejo químico de Flix, que disponía de una fábrica de explosivos de cloratita, se había convertido en un objetivo militar estratégico de los sublevados. El bombardeo dañó severamente el complejo, la colonia donde residían los trabajadores y parte del casco antiguo. Murieron un mínimo de 8 personas. Éste fue el detonante que condujo el ayuntamiento de Flix, con la colaboración de la empresa Saltos y Riegos del Ebro, encargada entonces de la construcción de un puente sobre el río, a construir hasta ocho refugios antiaéreos para proteger a la población y a los trabajadores de la fábrica de las bombas.

El refugio más extenso se habilitó bajo el complejo químico. El cuartel de la Guardia Civil también dispuso de su refugio mientras que en el casco antiguo se construyeron cinco más con el objetivo de acoger a toda la población civil. Después de aquel mes de febrero, la población utilizó los refugios en numerosas ocasiones hasta el inicio de la batalla del Ebro. A partir de entonces, los bombardeos sobre Flix se intensificaron ya que la villa contaba con un segundo objetivo militar de primer orden, el puente de hierro instalado el 30 de julio de 1938 para transportar parte del armamento pesado del Ejército del Ebro hacía la primera línea de fuego. Al lado del puente, en la margen derecha del río, se instaló un último refugio para proteger a los pontoneros. Los ataques dejaron un rastro de casas derruidas y cráteres abiertos por el impacto de los proyectiles.

Hoy el estado de los refugios a Flix es diverso. El más completo, ubicado al complejo químico, ha quedado parcialmente cubierto de agua a raíz de la construcción del embalse de Flix mientras que los diversos refugios del casco antiguo tienen el acceso desde patios privados y sufren problemas de humedad. El refugio de la calle Sant Josep, sin embargo, disponía de un acceso desde la calle y su estado de conservación era aceptable. Estaba lleno de escombros, adoquines y humedades. Fue utilizado sin éxito como bodega y para cosechar champiñones hasta que el año 2006 el Ayuntamiento de Flix decidió realizar una primera limpieza del espacio histórico para convertirlo en un activo turístico. Con uno segunda subvención, se contrató a la empresa Ramos & Domènech para llevar a cabo la rehabilitación.

El refugio antiaéreo posee dos entradas, protegidas por vueltas de cañón cimentadas. Originalmente poseía puertas de madera y sacos de tierra a su alrededor para proteger la población del impacto de la metralla. Su longitud era de 50 metros, disponía de iluminación y de espacios para ubicar bancos de madera o literas para los enfermos, según fuentes orales. Con la restauración, se ha iluminado de nuevo el espacio imitando una instalación de la época. Además, una decena de plafones y carteles de la época explican ampliamente la función y características de los refugios, los efectos de los bombardeos o la reacción de la población civil. La rehabilitación también incluye la proyección de un audiovisual con numerosas imágenes de los bombardeos sobre Flix, una viga del puente de hierro y la exhibición de dos bombas, una de las cuales de 250 kilos recuperada dentro del término de Flix en el año 2005 en el transcurso de las obras de construcción de un regadío. Hay que añadir que el refugio aún conserva una inscripción de la época donde se puede leer: «1937. G. M. (probablemente las iniciales del autor), día 23 de febrero bombardearon Flix». Para visitar el refugio hay que llamar al ayuntamiento.

Artículo de Andreu Caralt publicado en el Diari de Tarragona 23/11/2008 sobre el testimonio de dos vecinos de Flix

'Fue escalofriante'
Unos de los paneles explicativos más elocuentes del refugio es el recuerdo escrito de dos vecinos de Flix sobre el bombardeo de febrero de 1937. Antonio Ripoll y Francisco Cervelló relataron a Francisco Ramon Visa las sensaciones estremecedoras de aquella noche. «Alrededor de las diez de la noche se escuchó una fuerte explosión. Las lunetas y las ventanas, todo saltó en pedazos», explicó Ripoll. Más tarde recuerda, «repentinamente sentí una fuerte olor a carne chamuscada. Me habían herido en el vientre y el brazo!». Cervelló ayudó a Ripoll, malherido, hasta el túnel del ferrocarril después de haber desalojado el Hospital de Sangre a causa de un nuevo bombardeo. Cervelló rememora aquella noche «donde llovían bombas a montones como realmente sobrecogedora». Ripoll alcanzó la casa del doctor y posteriormente fue trasladado a Reus.