Francisco Boix Campo (Barcelona, 14/08/1920 - ParĂ­s, 04/07/1951)

Reportero gráfico. Desde niño, su padre, sastre de profesión y hombre de izquierdas, le inculca el amor por la fotografía. La vocación se convierte en profesión con la afiliación a las juventudes comunistas, en donde inicia su trayectoria profesional como fotógrafo en el diario Juliol, órgano oficial del partido. En el frente retrata la batalla y la caída del ejército republicano. Como tantos miles de personas, se exilia a Francia. Pero la defensa del país ante la ocupación nazi, lo obliga a incorporarse a las compañías militarizadas de trabajo, si no quiere ser trasferido a España. Destinado a Combrimond, los nazis acaben apoderándose del campo y Francisco es enviado al stalag de Mulhouse. Su destino final es el campo de concentración de Mauthausen. El 27 de enero de 1941 es registrado con el número 5185. Durante los próximos cuatro años trabajará primero como intérprete de alemán, lengua aprendida rudimentariamente durante su estancia en el stalag; y posteriormente, como fotógrafo en el Departamento de Identificación.
En el campo, los republicanos españoles se organizan como resistencia. El objetivo principal: poder ayudar y salvar al mayor número de compatriotas. El paso del tiempo y la dificultad de la situación no da pie al positivismo. Se desconoce como se sucederán los hechos y quienes sobrevivirán. Boix y la organización consideran adecuado apropiarse de los clichés de las fotografías, como testimonio de los hechos vividos, y así darlos a conocer, en caso de que alguien sobreviva. El problema radica en esconder el material. Al principio optan por ocultarlo dentro del campo, pero a medida que la derrota alemana parece más cercana, deciden sacarlo de Mauthausen. Con la ayuda de los poschacher, un mando compuesto por los hijos adolescentes de españoles republicanos que trabaja en una cantera en el exterior, consiguen extraerlo y esconderlo en el jardín de la señora Pointner, una austríaca de izquierdas afín a los jóvenes. Es el mismo Boix, días después de la liberación de Mauthausen a principios de mayo, quien va a buscar los negativos. Allí mismo, positiva las primeras fotografías e inicia la tarea de identificar y documentar cada una de las imágenes.
Posteriormente, el grueso de los españoles se desplaza a Francia y retoma la actividad política. Las relaciones con el partido comunista pero no son tan buenas como querrían. Influenciados por Stalin, se acusa a los prisioneros de traidores. Indirectamente, el interés por la información, documentos y fotografías, es nulo. El contratiempo no hunde Boix, quien decide publicar las imágenes en la revista Regards, conmocionando a la población mundial.
Con el juicio de Nuremberg en octubre de 1945, la acusación francesa solicita que Francisco Boix se persone en el juicio en calidad de testigo de cargo. Sus declaraciones e imágenes denuncian el conocimiento y participación de personajes como Speer y Kaltenbrunner en los campos de concentración. Tiempo después, su contribución en el juicio de Dachau es también indispensable en la condena nazi.
De regreso a Francia, empieza a trabajar convergiendo la militancia política con la fotografía en el diario Humanité, órgano central del partido comunista francés. Será cubriendo el tour de Francia de 1948, cuando Boix enferma. Dos años después, la enfermedad desemboca en muerte. A la edad de 30 años, el 04 de julio de 1951 en París, desaparece uno de los mayores testigos gráficos de la historia de Europa del siglo XX.