Las Olas
Las Olas

Miguel emprende un camino que lleva esperando sesenta años, desde Valencia hasta un pequeño pueblo en el sur de Francia llamado Argelès-sur-Mer, última parada de miles de refugiados hace no demasiado tiempo. Atravesando en su viejo coche un presente desconocido y un pasado arrinconado, busca una cierta reconciliación personal, pero también histórica.

Miguel está viejo, le faltan reflejos y padece cierta narcolepsia. Después del funeral de su esposa, pone en marcha los preparativos de un viaje largo tiempo esperado. Quiere volver a un lugar donde perdió demasiadas cosas, casi todas irrecuperables; desde su compañera Emilia, hasta un modo de entender el mundo. Todo eso quedó sepultado bajo la arena de Argelès-sur-Mer, en el sur de Francia.

Al despertar de uno de sus microsueños alguien llama al teléfono. Es su hijo Julio, que preocupado, quiere ir a por él. Esto precipita los planes de Miguel, que ha de ponerse en marcha antes de lo previsto. Su viaje tiene como primera parada Zaragoza, lugar del que se fue hace tiempo y en el que vive su hijo, al cual nunca ha visitado.

Miguel prosigue su viaje, internándose en su memoria, a través de ensoñaciones que le hacen recordar momentos en los que huía a Francia y buscaba a Emilia. Él, ya viejo, interactúa con esos fantasmas de su pasado, con esos sucesos que ya no puede cambiar, sólo observar desde la distancia.
Una compañera accidental, Blanca, con la que vive una parte de su retorno a Argelès, es el único personaje de esta historia que hace despertar a Miguel. Aunque la relación con Blanca es fugaz, es suficiente para Miguel, que ya no está tan solo.

Miguel, que durante todo este tiempo intenta contactar con su amigo Fernando, por fin lo encuentra. Fernando fue un compañero de fatigas, de juventud, que ya nada tiene que ver con él. Dos viejos que se enfrentaron al horror de manera diferente.

Al final del camino, Miguel pasea por las calles del pequeño pueblo de Argelès, un lugar que quizá no pueda dar respuesta a todas las preguntas que esta historia se hace.

Hace cinco años me encontraba en la playa de Ostia, cerca de Roma, entrevistando a Theo Angelopoulos, en el curso de esa entrevista el cineasta griego respondió a una pregunta cuya respuesta encerraba, sin yo saberlo, el germen de “Las olas”: Dialogar con la Historia es dialogar con uno mismo.

El compromiso adquirido a la hora de poner en forma una película como “Las olas” presupone conscientemente la primera parte de la frase, “Dialogar con la historia”, aunque en cada secuencia del guión esté instalada toda la frase en su extensión.

Es posible que generaciones como la mía, nacidas al calor del proceso de transición de nuestro país, estén liberadas de ciertas cargas, personales y generales, que en el ámbito de la cinematografía pueda suponer cierto salto, cierto modo de acercamiento a la historia, que podría tener, en lo que se denominó modernidad cinematográfica, su arraigo, tanto a nivel formal como de contenido. Liberados de la vivencia concreta, aparece una responsabilidad, sólo limitada por la curiosidad y el hambre de conocimiento.

La historia de Miguel, nace de esa curiosidad, y en su viaje incierto preexiste el objetivo fundamental, la necesidad de articular un diálogo imposible entre una actualidad de huellas borradas y un pasado individual que se proyecta necesariamente en lo colectivo.

Una playa como exilio, humillante final de una huída prolongada, y que fue la desaparición física de muchos, arrastrados por la orilla francesa. Es el caso del campo de concentración Argelès-sur-Mer, hoy lugar vacacional de ambiente agradable, uno más de todos los que poblaron el sureste de Francia durante el éxodo. En Argelès llegaron a “habitar” hasta medio millón de almas. Españoles, ingleses, yugoslavos, polacos, norteamericanos, incluso franceses, recluidos en condiciones que Robert Capa, fotógrafo de la agencia Magnum, expresó sucintamente: “...un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena”.

Miguel sobrevivió a Argelès, pero su vida posterior está ya marcada por una huída, la pérdida de una mujer y finalmente la posibilidad de toda esperanza, quebrada junto a la orilla de un pueblo desconocido.

Sólo en el momento en que se rompe el nexo con una realidad prefabricada, el fallecimiento de su esposa, es cuando Miguel decide reconciliarse con su pasado, iniciar un viaje quizá sin retorno, pero como todo viaje, revelador.

Y es esta decisión, personal, no sujeta a elementos externos, lo que detona un periplo que tendrá como eje fundamental la recuperación personal de una memoria silenciada, a través de elementos episódicos que vehicularán presente y pasado, buscando así una concomitancia de lugares que cobran diversos significados, y modificando paulatinamente al protagonista, cuya historia ha estado tanto tiempo dormida.

Any:
2011
Gènere:
Guerra Civil Espanyola/Exili
Director:
Alberto Morais
Intèrprets:

CARLOS ÁLVAREZ-NÓVOA (Miguel)
Asturiano, nacido en La Felguera (1940) y residente en Palomares del Río (Sevilla).
En cine, dirigido por Benito Zambrano, obtuvo en la película “Solas” de 1999, el GOYA al actor revelación del año, y el premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Tokio. Sus últimas películas, como protagonista, han sido: La Biblia negra (David Pujol), Bahía mágica (Marina Valentini y Gustavo Wagner) Nudos (Lluís María Güell), La hija del caníbal (Antonio Serrano), ¿Por qué se frotan las patitas? (Álvaro Begines) y El vuelo del guirre (Teo y Santiago Ríos). Desde hace cincuenta años realiza una actividad teatral ininterrumpida, como autor, actor y director de puesta en escena. Ha participado en distintas series de TV y en más de cincuenta cortometrajes.

LAIA MARULL (Blanca)
Estudió Arte Dramático y canto en el Estudio Nancy Tuñón de Barcelona, además de Danza clásica y contemporánea, y baile flamenco.
Ha sido galardonada en 2011 con el Premio GOYA (Mejor Actriz de Reparto) por “Pa negre”; y con numerosos premios como Mejor Actriz por “Te doy mis ojos”, entre los que se encuentran el Premio GOYA 2004 (Mejor Interpretación Femenina Protagonista) y la Concha de Plata Festival San Sebastián 2003. Además, obtuvo el Premio GOYA 2001 a la Mejor Actriz Revelación por “Fugitivas”. En cine, sus últimos trabajos han sido, en 2010 en Pan Negro, de Agustí Villaronga y La Herencia Valdemar, de José Luís Alemán. En 2008 Pretextos, de Sílvia Munt. En 2007, El Greco, de Iannis Smaragdis. En 2005, Oculto, de Antonio Hernández. En 2004, Las voces de la noche, de Salvador García Ruíz y Te doy mis ojos, de Iciar Bollain.