El castillo de Miravet Fortaleza conquistada Bookmark and Share
Fuentes consultadas
- Hemeroteca Diari de Tarragona
- ‘La Batalla del Ebro’ de Jorge M. Reverte (Editorial Crítica)
- Información propia diarideguerra.com

El castillo de Miravet es uno de los monumentos históricos más visitados de las Terres de l’Ebre. Situado en lo alto de una colina, domina el pueblo de Miravet, el río Ebro y las montañas de alrededor. El origen de la fortaleza se remonta a la época de dominación musulmana en Catalunya. Después de la reconquista, el conde catalán Ramón Berenguer IV da el castillo y las tierras de alrededor a la mítica Orden del Templo, nacida en Tierra Santa para proteger la visita de los peregrinos a los lugares sagrados del cristianismo. Con la capitulación y detención de los templarios de la Corona de Aragón en el año 1308, el castillo pasa a manos de la Orden de los Hospitalarios. Durante los siglos siguientes, el castillo es uno de los escenario de buena parte de los conflictos bélicos que suceden en Catalunya. Finalmente, en el mes de abril de 1938, la fortaleza es ocupada por las tropas franquistas que conquistan el margen derecho del río Ebro.

La noche del 25 de julio de 1938, miles de soldados republicanos cruzan en silencio el río Ebro para atacar las fuerzas enemigas que defienden el margen derecho del río, donde se encuentra poblaciones como Ascó, Flix, Móra d'Ebre, Benissanet y Miravet. Los soldados de la 11 División, del V Cuerpo de Ejército del Teniente Coronel Enrique Líster, cruzan el río aquella madrugada. En Miravet, la guarnición franquista instalada en el castillo se prepara para defender la fortaleza con fusiles, ametralladoras y bombas de mano. El 7 batallón de Arapiles resiste los ataques de la infantería republicana. La 11 División decide entonces instalar piezas de artillería pesada ante el castillo, en el otro ribera del río.

La fortaleza es bombardeada, el comandante del batallón muere y sus soldados se rinden. A las 14.00 horas, ondea la bandera republicana arriba del castillo. Los republicanos instalan una pasarela para facilitar el paso de las tropas. Eso provocará que Miravet se convierta en un objetivo de la aviación franquista. La zona fue uno de los puntos más importantes de conexión entre la frente y la retaguardia republicana y se convirtió en uno de los lugares estratégicos de abastecimiento de los soldados. El 5 de noviembre es reconquistada por los franquistas. El castillo de Miravet es accesible en coche y a pie. Propiedad de la Generalitat de Catalunya, la fortaleza puede visitarse de martes a domingo. 

El Testimonio

Extracto del libro ‘La Batalla del Ebro’ de Jorge M. Reverte (Editorial Crítica) , pag. 60-61

‘En Miravet, la resistencia en el castillo templario que preside el pueblo es más eficaz que en otros puntos. Los hombres del 7 batallón de Arapiles reciben la orden de concentrarse y se defienden desde las fortificaciones con fusiles, ametralladoras y bombas de mano.

José Martínez, que pertenece a las unidades de reserva del batallón, se incorpora al combate cuando “ya hay un fregado de mil demonios”. Él y los suyos se defiendes como pueden, y Martínez piensa que los asaltantes deben llevar cada uno un “naranjero” porqué su fuego es nutridísimo. Están asustados con la que se les ha venido encima. El teniente que manda su sección les grita:
-Hacía el castillo, deprisa
El contingente de reserva sube hacía la fortaleza atravesando el pueblo y se parapetan cuando lo alcanzan. Todavía está oscuro, y tiran por tirar hacía donde piensan que se encuentran el enemigo. Los contrarios parecen saber, sin embargo, lo que hacen, porqué su fuego es muy preciso. Les fríen con sus automáticas. Los parapetados en el castillo reciben con alivio el sonido y los resplandores del fuego de artillería propia, instalada en Benissanet.
Las primeras unidades republicanas, del batallón especial y de la III brigada, intentan el asalto frontal y son rechazados varias veces con abundantes perdidas. Los heridos caen rodando por la pendiente y son evacuados con dificultades en las barcas que traen refuerzos.
Al amanecer las cosas no mejoran para Martínez y sus compañeros. La artillería ha dejado de protegerles, su sonido se ha marchitado sin que sepan por qué, aunque la potencia del fuego enemigo anuncie la peor de las posibilidades. Están desmoralizados, sin agua, y el calor aumenta según avanza el día.
Para vencer la resistencia del castillo, es preciso colocar piezas artilleras en la orilla contraria, que ensayan el tiro directo. Las defensas de adobe y piedra saltan hechas añicos. Ante eso, los defensores poco pueden hacer. Las bajan aumentan. El comandante del batallón muere a causa de uno de los impactos. Los defensores se rinden, agotadas las municiones y las vituallas, y sin ninguna esperanza de recibir socorros. Tienen demasiado miedo como para sentir hambre. Nadie piensa en comer, pero sí necesitan con angustia beber algo. La bandera republicana ondea a las dos de la tarde en lo alto del castillo”



El símbolo de la propaganda

La comisaría de propaganda de la Generalitat de Catalunya divulgó entre los medios de comunicación una imagen que se ha convertido en mítica. El paso de los soldados republicanos a pie con el pueblo y el castillo de Miravet de fondo se ha convertido en el símbolo gráfico de la ofensiva de la batalla del Ebro. La realidad es que en esta zona del río no se puede cruzar a pie. Por tanto, hay varias versiones sobre como se pudo realizar la imagen. Una versión asegura que los soldados fueron desembarcados en lanchas a pocos metros del otro orilla del río y recorrieron, así, el último tramo a pie. Una segunda versión, la más extendida en el pueblo de Miravet, asegura que la imagen de los soldados en formación de ataque está realizada en un campo de trigo. Sobre la imagen se habría superpuesto una fotografía de Miravet con el río Ebro en primer plano.

El descubrimiento

El descubrimiento de proyectiles de la batalla del Ebro en el campo de batalla no es un hecho excepcional. El mes de abril de 2010 se descubrió durante unas obras de rehabilitación del castillo de Miravet la existencia de un proyectil de artillería de la Guerra Civil encastrado en la muralla. El proyectil, de procedencia italiana y seguramente utilizado por el bando nacional, se encontraba a unos seis metros de altura. Los Mossos d'Esquadra se trasladaron hasta Miravet y, tras colocar unos andamios y limpiar de piedras la zona, pudieron sacar el proyectil intacto. El proyectil estaba activo y, por causas desconocidas, no había explotado, aunque se encontró en perfecto estado. Además de su correspondiente material explosivo, el artilugio también contenía a su interior ácido pícrico, un polvo de color amarillo que causa picor e irritación. Su diámetro era de 155 milímetros, 50 centímetros de largo y 10 kilos de peso.