El Refugio 307 de Poble Sec Bombas sobre Barcelona Bookmark and Share
Fuentes consultadas
- Información propia diarideguerra.com

 

 

Barcelona fue una de las primeras ciudades del mundo a sufrir de manera sistemática y continuada los bombardeos aéreos. La Guerra Civil Española fue la primera guerra donde se utilizaron de manera sistemática los ataques aéreos sobre la población civil. De pronto, la ciudad de retaguardia se convirtió en frente de guerra.

 

La ciudad no contaba con radares para detectar aviones y a finales de 1936 se tuvieron que instalar sirenas para avisar de posibles bombardeos y algunos reflectores para deslumbrar y disparar los aviones enemigos en las incursiones nocturnas. Después de un exhaustivo trabajo de información, el Ayuntamiento de Barcelona difundió en mayo de 1937 las normas básicas para la construcción de refugios. Un mes después, se aprobó la Junta de Defensa Pasiva de la Generalitat y unas juntas de defensa local encargadas de activar todas las medidas para proteger a la población. Los sótanos de las casas y la red de metro fueron los primeros espacios habilitados como refugios.

 

Los bombardeos continuados efectuaban sobre todo de noche y afectaron a todos los barrios de Barcelona. Los barrios de la Barceloneta y el Poble Sec, los más cercanos al puerto, fueron objetivos principales de la aviación italiana. Los intensos ataques aéreos obligaron a evacuar el barrio de la Barceloneta y a construir refugios en las calles del Poble Sec, como el Refugio 307 excavado por los vecinos de la calle Nou de la Rambla.

 

El proyecto del refugio consistía en cerca de 400 metros de túneles de 1, 6 metros de ancho y 2 metros de alto, totalmente revestidos. La capacidad del refugio, según el proyecto era de 2.000 personas, cifra que sobrepasaba las recomendaciones oficiales que eran de un metro lineal por cada cuatro personas. A finales de la guerra, habían conseguido excavar 200 metros de túneles de 2,10 metros de alto y entre 1,5 y 2 metros de ancho, con tres entradas de acceso.

 

A lo largo del recorrido por el refugio se pueden conocer las condiciones de vida durante las alertas aéreas y las diversas estancias del espacio, como los aseos, la enfermería, la sala de los niños y la chimenea, entre otros. El refugio disponía de un sistema eléctrico y un grupo electrógeno para mantener la iluminación durante los cortes de electricidad. En los pasillos se instalaron bancos con listones de madera clavados en las paredes. En todo el refugio había pequeños espacios excavados en la pared para depositar material de emergencia como botiquines o luces. También había letreros con información e instrucciones.

 

El refugio ha sido recuperado y museizado. Es uno de los dos refugios abiertos al público en la ciudad catalana. El 307 está gestionado por el Museo de Historia de Cataluña, que ofrece visitas guiadas de más de una hora de duración.

 

La interesante visita guiada permite conocer algunos datos que muestran el alcance de los ataques aéreos sobre la capital catalana. Entre septiembre de 1937 y noviembre de 1938 la ciudad sufrió 487 bombardeos aéreos. Para hacerle frente se construyeron más de 1.400 refugios antiaéreos en toda la ciudad, algunos de  ellos de enormes dimensiones como el situado en el subsuelo de la plaza Tetúan. La guerra aérea provocó la muerte de un total de 3.000 personas, aunque los técnicos del refugio aseguran que la construcción del sistema de refugios y el diseño evitó que los muertos se contaran por decenas de miles.