Madrid

La capital de España y su entorno fue el principal campo de batalla y objetivo militar de la Guerra Civil. El Ejército franquista luchó durante casi tres años para conquistar la ciudad y las fuerzas republicanos protagonizaron una defensa heroica de la misma. Hoy todavía son numerosas las restos que evocan aquel periodo y la posterior glorificación de la guerra por parte de los vencedores. El edificio de la Telefónica, los búnkeres de los Parque del Oeste, el Parque de la Montaña, el Museo Centro Sofía o el Museo del Aire de Cuatro Vientos son espacios de visita obligada. El régimen franquista, además, erigió varios edificios y monumentos representativos de los años de la posguerra, entre los que destaca el Arco de la Victoria erigido por Franco para conmemorar su victoria. A pesar de su extraordinaria importancia, Madrid no cuenta con un Museo de la Guerra Civil ni del Frente de Madrid

Parque de la Montaña Asalto y matanza en el Cuartel Bookmark and Share
Fuentes consultadas
- Información propia diarideguerra.com

Diari de Guerra (A.Caralt).-La ciudad de Madrid conserva dos espacios de homenaje a los centenares de soldados alzados y falangistas muertos durante el asalto del Cuartel de la Montaña, el 20 de julio de 1936. El primero y de mayor relevancia es el monumento erigido en recuerdo a los caídos situado entre las calles Ferraz y Pintor Rosales, en la entrada del parque de la Montaña donde se erigió el cuartel hoy desaparecido. El segundo espacio es el panteón en su recuerda conservada en el cementerio de la Almudena, una tumba situada junto a un memorial a los Caídos de la División Azul y un tercero a varios pilotos de la Legión Cóndor.

La toma del Cuartel de la Montaña por parte de los milicianos republicanos significó el fracaso del alzamiento en la capital de España y vaticinó la ferocidad de la larga guerra civil que enfrentaría a los dos bandos.

El 19 de julio de 1938, el general Fanjul, encargado del alzamiento en la ciudad, entra de paisano en el Cuartel de la Montaña con el objetivo de declarar el estado de guerra en Madrid. El cuartel era la sede del Regimiento de Infantería número 4, un regimiento de Zapadores Minadores, el Grupo de Alumbrado y armamento esencial para el control de la ciudad, entre ellos 50.000 cerrojos necesarios para armar los fusiles de los demás cuarteles. En total, unos 1.200 hombres. Algunos oficiales incitan a la tropa a mantenerse fiel al gobierno republicano pero la mayoría sería favorable al alzamiento.

Un grupo de unos 500 falangistas y monárquicos logran trasladarse la tarde del mismo día en cuartel para sumar esfuerzos ante una prevista operación mientras que el Gobierno Republicano había reclamado sin éxito la entrega de los miles de cerrojos, lo que activa el alzamiento. Fanjul realiza un discurso sobre los objetivos del alzamiento y sobre su legalidad. Luego, las fuerzas rebeldes intentan lanzarse a las calles pero milicianos de la UGT y la CNT fuerzas armadas leales a la República rodeaban el inmenso edificio y lo impiden.

La noche del 19 al 20 de julio, milicianos y guardias de asalto toman posiciones en las azoteas cercanas, sitúan baterías frente el edificio, lanzan octavillas y emiten por altavoces la voz del general Goded rindiéndose en Barcelona. A las dos de la madrugada del 20 de julio se inicia el ataque artillero. Dos aviones dejan caer sus bombas causando numerosos destrozos en el edificio. El General Fanjul resulta heridos al penetrar un obús de 155 en el despacho donde conferenciaba.

Dentro del recinto, las diferencias entre partidarios del golpe y fuerzas leales a la República producen la aparición de una bandera blanca por un balcón del segundo piso lo que provoca el acercamiento de algunos milicianos, que son acribillados por el resto de sublevados. Esta situación provoca el ataque final, a las 12.00 horas del día 20, cuando un gran número de milicianos asaltan el cuartel enfurecidos.Minutos antes, algunos jóvenes oficiales se suicidan en el interior del recinto. El asalto causa una matanza de centenares de personas entre soldados sublevados y falangistas. Los guardias de asalto republicanos logran capturar a los generales Fanjul y Villegas. Tras un consejo de guerra, Fanjul es ejecutado el 17 de agosto.

El parque y el monumento


El asedio castigó de modo severo la estructura del edificio y tras la estabilización del frente en la muy cercana zona de Ciudad Universitaria y la Casa de Campo se transformó en un conjunto de ruinas. A principios de los años 60 del siglo XX, las ruinas eran aún visibles antes que fueran derribadas definitivamente.
Sobre el solar se levantó en 1972 el parque de la Montaña, siendo alcalde Carlos Arias Navarro, futuro presidente del Gobierno franquista. El centro del parque está presidido hoy por el templo egipcio de Debod. En la escalinata de acceso al parque, se conserva el monumento a los Caídos del Cuartel inaugurado en 1972. Se trata de una figura de bronce en posición horizontal obra de Joaquín Vaquero que representa el cuerpo de un hombre mutilado, colocado en un centro de un paredón construido en forma de sacos terreros. En el interior del parque se conserva, asimismo, una placa que recuerda la presencia del antiguo cuartel y se reconversión en parque urbano.

Cementerio de la Almudena

El Cementerio de Almudena, una de los mayores de la capital, acoge un panteón en honor a los soldados caídos durante el asalto. Una cruz de grandes dimensiones sobre un altar preside el conjunto, que cuenta con dos lápidas con dos textos distintos. En la primera de ellas se puede leer ‘A los Martires Caídos por Dios, España y la Falange en defensa del cuartel de la Montaña. El 20 de julio de 1936. ¡Presentes!’. En la segunda lápida reza la leyenda ‘Ante Dios, nunca seréis héroes anónimos’.

Diari de Guerra os ofrece, como elemento complementario, los hechos relatados por el comandante comunista del Ejército Republicano, Manuel Tagueña, y el historiador británico, Hugh Tomas.

'En Madrid, el Cuartel de la Montaña había sido asaltado una muchedumbre enardecida apoyada por dos piezas de artillería y dos aviones militares. Allí se hizo prisionero al general Fanjul y sucumbieron todos mis antiguos oficiales del regimiento de Zapadores y un amigo mío, sargento republicano, que en el momento más crítico abrió las puertas del edificio a los sitiadores, siendo acribillado por la espalda por los oficiales desde el cuarto de banderas’
Testimonio de dos guerras . Manuel Tagueña Lacorte. Editorial Planeta 2005

‘A las diez y media, Fanjul y el coronel Serra, el jefe de la guarnición del cuartel, se encontraban heridos. La caída de una bomba en un patio,arrojada por un Breguet XIX leal, de la base aérea de Getafe, minó la resistencia de los rebeldes. La artillería también estaba siendo eficaz.Media horas más tarde, en una ventana de la fortaleza apareció una bandera blanca. La multitud avanzó para recibir la esperada rendición. Pero fue recibida con fuego de ametralladoras. Este hecho se repitió dos veces más, enloqueciendo de furor a los atacantes. Probablemente este se debió más a la confusión reinante entre los defensores que a una decisión premeditada. Algunos de los soldados querían rendirse,y, por lo tanto, estaban dispuestos a traicionar a sus oficiales. Finalmente, pocos minutos antes del mediodía, la gran puerta del cuartel cedió ante los repetidos asaltos. La multitud penetró violentamente en el patio, donde, durante unos momentos, todo fue histeria y una gran carnicería. De repente, un miliciano apareció en una de las ventanas exteriores y empezó a tirar fusiles a la multitud que todavía estaba en la calle. Un gigantesco revolucionario se creyó en el deber de arrojar, uno tras otro, a los oficiales desarmados, que gritaban de terror, desde la galería más alta del cuartel a la desenfrenada masa que se acumulaba en el patio. La carnicería que se produjo a continuación escapa a toda descripción. Murieron varios centenares de los defensores, entre ellos Serra. Los que se salvaron fueron amontonados en la Cárcel Modelo, muchos de ellos sin recibir la cura más elemental de sus heridas. El general Fanjul pudo ser sacado de allí con dificultad para ser juzgado por rebelión. También pudo evitarse la entrega a las masas de las preciosa reservas de cerrojos y municiones, que fueron llevadas al ministerio de la Guerra por los guardias de asalto, una de cuyas unidades en Madrid, dirigida por el comandante Ricardo Burillo, era plenamente leal’
Hugh Tomas, La Guerra Civil Española.1976 Grijalbo