El día 3 de agosto de 1936, pocos días después del levantamiento franquista, un avión republicano procedente de Cataluña lanzó cuatro bombas sobre el centro de la ciudad de Zaragoza. Dos de ellas impactaron a la imponente basílica de Pilar, uno de los principales símbolos del catolicismo en Europa occidental y lugar de oración de la Virgen de Pilar, patrona de España. La tercera bomba impactó en la plaza de Pilar, a pocos metros de la entrada de la basílica, y la cuarta sobre el río Ebro.

La primera bomba que cayó sobre Pilar llegó a atravesar los frescos de Goya situados en la bòveda del corazón menor. La segunda cruzó el techo y se partió en dos trozos. Ninguno de las cuatro bombas llegó a estallar.

Las dos que habían impactado en el templo fueron retiradas, pudiéndose comprobar que el detonador había funcionado pero sin llegar a transmitir el fuego a la carga explosiva. Este hecho generó la idea de una intervención divina por parte de la Virgen de Pilar.

Hoy, casi 75 años después, dos de las bombas presiden uno de los pilares del interior del templo, muy cercano al altar de la imagen de la virgen. Se trata de una de las bombas que cayeron al templo y de la bomba de la plaza. En la plaza del pilar, una marco en forma de cruz marca el lugar donde impactó la tercera bomba con la fecha del bombardeo: 3 de agosto de 1936.

El 12 de octubre de 1938, el ministro de Interior franquista, Ramón Serrano Suñer, entregó a la virgen un manto con el escudo franquista. De esta forma, la Virgen del Pilar se convirtió en protectora del nuevo régimen dictatorial.

El polémico papa Pío XII otorgó a Pilar el título de basílica en pleno régimen franquista, el 24 de junio de 1948. El papa Joan Pablo II visitó el templo en los años 1982 y 1984. Dos placas recuerdan estos acontecimientos al lado de una de las entradas de la basílica.